domingo, 22 de marzo de 2009


Con un pucho en la mano y un gancia caliente le conté todos mis secretos. Ya estabamos medias boludas, veíamos la noche pasar, y aunque en el cielo no había estrellas nosotras brillabamos una para la otra.
La morocha estaba media apagada y avergonzada, sin embargo la rubia no se había ido como haría cualquiera. La seguía amando, compartiendo la misma botella.
Esperaban a que ellos llegaran. Eran las once y diez y ya no coordinaban sus pasos. Nadie podía esperar a que después de tales horribles confesiones siguieran riendo, pero eso pasaba.
Siempre juntas, la de pelo castaño oscuro y la de pelo castaño claro. Se seguirían amando, nunca en vano.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

escabio+cigarros+plaza= texto (? jajajaj
bien ahi esposa, que suerte que volviste entera... creo (?)

Furlán dijo...

ALCOHOLICAS

:P