sábado, 24 de octubre de 2009


Había una vez una joven que no creía en el amor. Durante toda su vida se había dedicado a crear una corteza que le imapedía sentir más de la cuenta. Cuando sus sentimientos eran fuertes, simplemente los anulaba. Tenía bien claro que nada era para siempre, y que de ese modo evitaría un gran porcentaje de dolor.
Pero un día todo cambió. Lo conoció y él resultó perfecto para sus sentidos. Ella también parecía causarle el mismo efecto, y la joven quitó ese caparazón. Junto a él se sentía de una manera única, sentía que alguien la quería. Lo amaba, y le encantaba, todo parecía perfecto. Todo era perfecto.
Planeó futuros con él. Olvidó o simplemente no quiso recordar su lema de taquillera. Nada era para siempre, pero lo que estaba sucediendo era muy bueno paraser verdad.
Lo amó y se dejó amar. Se abrió y le contó todos sus secretos. Pero un día las cosas cambiaron y él descubrió que ella no era lo que enrealidad quería.
Ella le agradeció por ser sincero, pero moría por dentro. Lloró día y noche, aunque muchas veceses intentó que sus lágrimas no rodaran por su mejilla. Había sentido, sí, más de la cuenta. Se había enamorado, y lo que había empezado como una gran historia de amor, terminó como uno no correspondido.
Ahora ella llora, pone buena cara, o al menos lo intenta. Espera algún futuro cercano que le devuelva la alegría y posiblemente él cambie de opinión. Pero mientras tanto llora, muere.

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